fbpx

Transacciones digitales: más usuarios, más operaciones, más desafíos en ciberseguridad

Transacciones digitales: más usuarios, más operaciones, más desafíos en ciberseguridad
Sin duda, uno de los principales cambios estructurales que nos dejó la pandemia es el incremento en la adopción de los pagos digitales. Según el informe del segundo semestre de 2021 de Inclusión Financiera desarrollado por el Banco Central de la República de Argentina, durante el año pasado cada adulto realizó un promedio de 9,2 operaciones mensuales vía medios de pagos electrónicos (MPE) ya sea mediante transferencias, tarjetas de débito o crédito, entre otras.

 

Otra de las dimensiones de este fenómeno es el crecimiento exponencial de los ciberataques. De acuerdo con un informe del Observatorio de Cibercrimen y Evidencia Digital en Investigaciones Criminales de la Universidad Austral (Ocedic), las denuncias por estafas virtuales aumentaron casi un 200% durante el primer trimestre de este año en comparación al mismo período en 2021. Como se puede observar, a medida que incrementan las transacciones digitales, los intentos de ataques también aumentan.

Frente a este escenario, las entidades financieras se encuentran con el desafío de incorporar soluciones que refuercen la seguridad de sus canales digitales y que, a la vez, brinden una experiencia mucho más fluida, minimizando la fricción en las operaciones diarias de sus clientes.

 

Mecanismos para cuidar la seguridad y evitar fraudes digitales

La verificación de identidad de una persona se puede realizar a través de diferentes factores que permiten a las instituciones financieras autenticar a los usuarios, por ejemplo, “algo que sé”, como un PIN; “algo que solo yo tengo”, como un Soft-token y, por último, “algo que soy” como el reconocimiento facial, nuestras huellas dactilares o la propia voz. 

Si bien no existe un método que garantice al 100% la eliminación de crímenes cibernéticos, está comprobado que implementar múltiples mecanismos de seguridad aumenta las probabilidades de combatir estos ataques. Soluciones como la biometría y el Soft-token son claves para proteger a los usuarios y dar una mayor confianza al momento de ingresar a una cuenta o de transaccionar de manera digital. 

En particular la biometría tiene beneficios trascendentales tanto para las entidades financieras como para sus usuarios, con una experiencia de uso realmente simple, rápida y natural, dado que esta herramienta se basa en comparar las características físicas y patrones de comportamiento de un individuo para confirmar su autenticidad, en vez de utilizar contraseñas a la hora de realizar una transacción.

En efecto hoy en día los bancos deben contar con mecanismos de seguridad que garanticen que, aunque un ciberdelincuente pueda acceder a los datos de un usuario esto no ponga en riesgo su privacidad ni la de sus fondos. 

Pese a que suene absurdo, esto desafía el paradigma actual donde muchas instituciones financieras, para evitar el fraude, llevan a cabo estrategias restrictivas, poniéndole límites a los usuarios a la hora de operar, que en definitiva no terminan de solucionar el problema de fondo.

En este sentido, el desarrollo de aplicaciones que estén pensadas para que cualquier persona realice sus transacciones habituales de manera simple, es decir, brindando una experiencia sin fricciones y a la vez garantizando los máximos estándares de seguridad para que no haya posibilidad de suplantación de identidad, es clave en el proceso de construcción de una estrategia digital.

Fuente: Forbes